Tips – Consejos – Ideas

Tips – Consejos – Ideas
Algunos items a tener en cuenta al estudiar un instrumento:

No pocas son las veces que me encuentro con alumnos que quieren tocar algo, ya sea un tema, un pasaje, una frase rápida y en el momento de estudiarla la tocan más rápido de lo que podrían.
Las forma más rápida de aprender y aprehender es hacerlo lentamente, como si fueran los ejercicios de movimientos del tai chi.

Practicando lentamente, uno le da tiempo a las manos y al cerebro para que puedan registrar lo que queremos aprender. No olvidemos que en este proceso de aprendizaje utilizamos diferentesmemorias: memoria auditiva, memoria visual, memoria mecánica, cognitiva etc… ytodas necesitan tiempo para desarrollarse.

No le podemos ganar tiempo al tiempo, pero podemos optimizar los tiempos de estudio, ¿Cómo? Estudiando lentamente, sin apuros y evitando las distracciones.

La misma ansiedad que nos da ganas de tocar y nos motiva a aprender nos juega en contra a la hora de estudiar. Sólo con mucha práctica podemos vencerla.
No olvidemos que una cosa no es lo mismo ensayar, practicar y estudiar que “tocar” ya sea en vivo, en una grabación o de otra forma.

Anécdota al margen:

Nunca olvidaré la anécdota que me comentaba Adrián Iaies que lo contaba el reconocido afinador Roberto Rovira.

Cuando tuvo que afinar el piano de Pat Metheny que tocaba Lyle Mays cuando estuvo en Buenos Aires, Roberto quedó sorprendido al escuchar sus pruebas de sonido y ensayos:
Los temas rápidos los practicaban lentamente, y por el contrario los temas lentos los ensayaban con un tempo mucho más rápido. ¿Por qué?
Si bien Metheny no se lo explicó, podemos deducir que mantener el Swing y el Groove de un tema a tempo lento, es mucho más difícil, porque hay más “espacio” entre beat y beat y desarrollamos la capacidad de poder “movernos” lento y prolijo sin perder la “onda” en jerga porteña.
Por el contrario, ensayar rápidamente un tema lento, nos da la posibilidad de tener “resto” técnicamente, de que nos “sobren dedos”, de conocer el tema en todas sus formas.
Conclusión: no es lo mismo “tocar” que “estudiar”. Cuando estudiamos o ensayamos hacemos muchas otras cosas diferentes que cuando tocamos, por más que sean dos aspectos directamente relacionados, son dos momentos absolutamente distintos para el músico.

El proceso de internalización del conocimiento y el porqué de la gran importancia de la corta práctica cotidiana:

El estudio es un proceso, el aprendizaje de algo es un proceso, el camino del aprendizaje de cualquier materia lleva tiempo. Pero podemos optimizar ese tiempo ¿Cómo?
Me atrevería decir que uno no aprende cuando estudia o practica solamente, uno aprende en el olvido, en el descanso para después volver a practicar, descansados y con ganas, (y sin el enojo del “no me sale! Evidentemente esto no es para mí!!!, yo no sirvo para esto!!!).
Hagamos una comparación con el cerebro y un músculo cualquiera.
¿Qué pasaría si pretendo estar en forma, vengo de no hacer absolutamente poco o nada respecto a algún deporte, y un día cualquiera me levanto, voy al gimnasio y entreno unas 5 horitas, intentando levantar grandes cantidades de peso o corriendo mucho tiempo por ejemplo?

Lo más factible es que no pueda hacerlo y me frustre, o pueda hacerlo y me desgarre, lastime, tenga taquicardia o la pase mal.
Pretendí hacer toooodo de una vez. Lo que no hice durante años lo quiero hacer en una tarde.
No, evidentemente así no es.

La motivación y la incentiva estuvieron más que bien. La forma de llevarlo a cabo fue errónea. Le quise ganar tiempo al tiempo, me ganó la ansiedad, me lastimé y ahora supongo que nunca más pisaré un gimnasio.
¿Qué hubiera pasado si tenía a cargo un Personal Trainer, o un Profesor?

Posiblemente me hubiera armado una rutina de trabajo corta y liviana, que no me lastime, que me deje con ganas de volver y me hubiera explicado lo siguiente:
El músculo, cuando entrenamos bien, se cansa, se fatiga, se agota, y se “desgarra” microscópicamente, se generan “micro lesiones” se hincha, se llena de sangre. Pero no crece.
¿Y cuándo crece?
Cuando dormimos, cuándo descansamos después de alimentarnos bien. Ahí crece el músculo, en ese momento de relajación es cuando se recupera y el organismo regenera “cura” por decirlo de alguna manera esas micro lesiones y lo vuelve más fuerte y más grande, preparado para la próxima sesión de entrenamiento.
Bueno, con el estudio pasa exactamente lo mismo.
Practico un tema, me encierro, una hora, dos horas, tres, me obsesiono, hay sol, no salgo, me habla mi mujer, no la escucho, termino de estudiar y digo “no me sale y van tantas horas!!!!” Evidentemente perdí el tiempo!!!
No. No perdiste el tiempo. Estudiaste mal. Te “desgarraste”.
Primero:
Tu cerebro no estaba preparado para semejante tarea:
Está científicamente estudiado que la capacidad de concentración de un individuo promedio dura 45 minutos. Después ese período empieza a decaer lentamente hasta no poder concentrarme más en lo que estoy haciendo, y necesito hacer otra cosa distinta, recrearme.
Obviamente, si nos gusta y practicamos cotidianamente, podemos ir subiendo gradualmente nuestro tiempo de estudio, y nuestra fatiga cerebral será menor o tendremos mayor resistencia y mayor tiempo de concentración.
Segundo:
Estudiaste 45 minutos un ítem, no te sale. Bien! Dejalo ahí. Stop! Seguí con otra cosa, otro ítem.
Típica situación (me pasó, me sigue pasando y nos pasa a todos):
Me pongo un día a estudiar algo. No me sale. Lo practico. Me va saliendo un poquito mejor. Sigo. Me voy cansando. Cada vez me sale peor. Lo dejo.
Día siguiente: Hago lo mismo, empiezo y me cuesta (tal vez un poquitito menos, tal vez no), “Mejoro”, “Empeoro”, me canso. Lo dejo.
Y así sucesivamente algunos días más.
Un día me levanto, no hice nada, pongo las manos en el piano y zás!, lo estoy tocando bien, a tempo! Genial.
¿Magia? No. La magia no existe, es una ilusión. Práctica regular y mi tiempo orgánico, mi proceso de internalización.

Hal Crook.

Hal Crook, famoso trombonista, maestro en el arte de enseñar, en su libro “How to improvise”, el mejor libro de improvisación actualmente escrito hasta la fecha según mi opinión y la de muchos colegas de todo el mundo, dice:

“…El progreso verdadero sólo sucede de una forma: gradualmente, a lo largo del tiempo.
Más allá de cuán largo o productivo sea un período de práctica, sólo se puede asimilar muy poco en una sesión. Pero practicando el mismo material en varias sesiones, aunque sea por un corto tiempo de duración en cada una de ellas, de seguro lograrás un firme progreso…

…Idealmente, la mente debería estar “en blanco – vacía”, sólo enfocada en la acción de tocar música, intenta concentrar tu atención en el sonido de una nota, prueba siemplemente con repetir el mismo ejercicio por unos minutos al comienzo de cada sesión de práctica. Esto ayudará a tu mente a concentrarse y enfocarse.
No te apures en lograr el progreso!
Parafraseando una vieja parábola Zen:
Si estás apurado y practicas 2 horas por día puede llegarte a tomar 5 años aprender algo.
Si estás apurado y practicas 5 horas por día puede llegarte a tomar 10 años aprender algo.
Si estás apurado y practicas 10 horas por día seguramente nunca aprendas nada!
Estar apurado significa que tu mente está enfocada en el futuro.
Más allá de cuánto practiques, difícilmente puedas asimilar algo si tu mente está enfocada en otro lugar que no sea aquel en el cual el aprendizaje sucede: el presente.”
(Traducción al castellano de María Eugenia Fernández).

Paso a paso, la única forma:

Como leí el año pasado, en el reverso de un sobrecito de azúcar: “Quien pretende hacer todo de una vez, nunca hará nada…”

La función del maestro..

En los tiempos que corren, no es difícil darse cuenta de que estamos repletos de información. Basta con navegar un poco la web, ver videos en you tube, bajar material con algún programa de archivos compartidos como Emule o Ares, o de algún site como Taringa, y está absolutamente todo ahí, al alcance de todos, todo el tiempo, a un muy bajo costo (aparentemente).

Yo vengo de otra generación. Cuando empecé a estudiar piano, internet sencillamente no existía, las pocas redes informáticas eran inaccesibles en Argentina y la única forma de acceso a la cultura musical era comprando CD`S caros, recomendados por algún profe, o alguien que sabía y conocía más que uno, amigos que copiaban casettes, comprar libros traídos del exterior en inglés, y alguna que otra revista “Keyboard” o “Down Beat” para estar un poco al tanto de lo que pasaba “afuera”.
Caminar por Talcahuano y probar los últimos pianos y sintes, también era movilizante.

A lo que voy: la verdad siempre estuvo ahí. Desde que se pudo grabar un disco de pasta o escribir un libro o registrar la información de alguna manera.
La verdad está en los discos y en los libros.
Basta con escuchar un CD de Standards tocados por el trío de Keith Jarrett, o leer el Jazz Theory Book de Mark Levine, para darnos cuenta que ahí está todo, o allí radica gran parte de lo que quisiéramos hacer.

Ahora bien, yo estoy hablando de un CD y un libro… y ya tenemos trabajo como para una vida de estudio musical.

Ahora multipliquemos esto por 100, 1000, 10000 o el número que se imaginen de discos y libros… ¿Qué sucede?

Lo más frecuente: nos perdemos en un mar de información, no sabemos por dónde empezar, bajamos toneladas de material, llenamos el disco rígido, nos entuciasmamos más, bajamos más videos, los guardamos en DVD`S, coleccionamos información… ¿Y el piano? ¿Y tocar el piano que era la idea inicial? ¿Dónde quedó?

Esto es como creer que vamos a tocar mejor el piano porque nos compramos el último modelo, o a lo mejor, nos compramos varios!!!
Como dice mi viejo “nadie puede dormir en más de una cama a la vez”…

La respuesta no es muy difícil de adivinar.
En una era capitalista, dónde estamos abarrotados de datos, dónde todo “aparentemente” es gratuito (y como dice mi amigo Sebastián Balan “parece que lo gratuito pasa a ser obligatorio” o la típica frase moderna “no podés no tenerlo”; lo más fácil es conectarnos con nuestro lado consumista y obsesivo, creer que tener nos va a llevar a ser. (Ver Erich Fromm – “Tener o Ser”).

Y ahí es donde aparece la función del maestro a mi entender:

El maestro genera confianza en el alumno, en mi experiencia personal de 20 años de docente el aprendizaje es imposible si no se genera un ámbito de confianza y respeto, cordialidad sin solemnidad.

El maestro muestra un claro camino a seguir, un paso a paso, el cómo hacerlo.

El maestro dosifica la información, para que el alumno no se abrume, no se “vaya por las ramas”, y no se disperse ante tantas posibilidades.

El maestro dosifica la información, para que el alumno no se frustre. Propone metas alcanzables a relativamente corto plazo, planificando nuevas metas a largo plazo.

El maestro indaga acerca de la motivación, del por qué y para qué el alumno quiere estudiar, y arma un plan de estudio en función de los objetivos a plantearse.

El maestro acompaña el proceso de aprendizaje, saca la ansiedad negativa del apuro en aprender del alumno, y aprovecha esa energía y movilidad para enfocarlo en el camino más conveniente.

El maestro motiva al alumno, escuchándolo y tocando junto a él, transcribiendo juntos, escuchando música, mostrando nuevas posibilidades, abriendo puertas. Es maestro y es coacha la vez.

El maestro toma la inquietud del alumno y el material desarrollado que trae consigo mismo, ya sea por estudios anteriores, por intuición, oído musical, familia, etc, y lo aprovecha en función de la educación. Lo hace pensar y razonar y “extrae” de él su propio saber. Le explica las reglas. (Ver nota de Sócrates).

El maestro es paciente e incentiva al alumno, lo espera y acompaña en sus propios tiempos de asimilación de la información, en este camino del aprendizaje de un arte.

El maestro educa al alumno, más allá del instrumento, más allá de la disciplina principal.

El maestro tiene el poder de observar desde “afuera” al alumno y utilizar esa información combinada con su experiencia personal, para orientar y marcar errores. Por eso los maestros también necesitamos maestros, necesitamos la mirada del otro, la escucha del otro, la crítica constructiva, la dirección artística.

Sócrates: el partero de la verdad.

“… Socrates aseguraba haber aprendido el oficio de pensar de su madre, que era partera. El filósofo es como una partera que puede ayudar al otro a extraer la verdad que guarda dentro de si. ¿Cómo? A través del dialogo. Porque el hombre más ignorante e inculto guarda en su interior la verdad, solo hay que ayudarlo a darla a luz. Dialogando con él, conduciéndolo con preguntas a la movilización, a la introspección, hasta que pueda extraer fuera de si la verdad que permanecía adormecida en su interior.
Esta y no otra es la idea básica de la educación: la función del maestro consiste en ayudar al alumno a gestar la verdad, a producirla. Esta noción fue luego retomada por su discípulo Platón, quien Ia desarrolló en sus primeros diálogos.

Platón ubicaba a Socrates como interlocutor, a fin de hacerle decir aquello que él querla enseñar. En uno de los diálogos, Socrates se encuentra con el esclavo Menón. Se trataba de un hombre ignorante y, dialogando con él, Socrates le “extrae” los principios de Ia geometría de Euclides.
Con este caso extremo, Socrates le demuestra que pensar no es adoptar ideas ajenas, sino hacerlas emerger desde nuestrointerior, ayudados por algo o alguien. Sócrates confiaba en este método, confiaba en el hombre y en su poder de pensar y alcanzar ideas correctas siempre y cuando se tomara el camino adecuado.

En griego, methodos significa “camino”. Hay que tener método. El camino adecuado para el objeto adecuado. Para obtener leña corresponde talar árboles con un instrumento llamado sierra u otro semejante. Usar un martillo sería un método inadecuado…”
… Por eso insistía Platón en esta idea tan socrática: la verdad emerge del interior de cada uno. No se puede abrir la cabeza del otro e introducir en ella ideas. Mi alumno no puede hacer lo que yo, el maestro, le indico, le sugiero, a menos que mi mensaje o lección despierte la idea dormida que está dentro de él. Entoncés actuará, pero bajo el impulso de su propio mundo interior. Así lo enseñó Platón en La República:
“Debemos considerar que la educación no es lo que ciertos hombres pretenden. Afirman, en efecto, que si falta ciencia en un alma ellos la proporcionan, como si infundieran vision a unos ojos ciegos. Por el contrario, cada cual posee en su alma la facultad de aprender y el instrumento destinado a ese uso y que, a semejanza del ojo toda el alma de las cosas perecederas, hasta poder soportar la contemplación del ser y de lo más luminoso del ser, que hemos llamado el bien.
La educación es el arte de dirigir este instrumento y de encontrar para ello el método más fácil y eficaz. No se trata de infundir la vision, porque ya la posee;
pero esta está desviada y no mira hacia donde debiera. Es esto lo que es preciso corregir”.
El mundo de las ideas y el mundo de los sentidos
Decíamos que no podemos hacer ingresar el saber en el otro
desde afuera.
Enseñar significa ayudar al otro a aprender. Despertarlo, movilizarlo hacia el aprendizaje. Pero quién produce el
aprendizaje? Yo, el maestro o él, el discipulo?
La respuesta de Platón —también la de las más avanzadas psicología y pedagogía actuales— entiende que el aprendizaje es una obra, una construcción del que aprende, del alumno. Su vocación, su capacidad, su voluntad, su deseo, su crianza, su mundo, lo harán elegir, aceptar o rechazar el aprendizaje de aquello que el maestro intenta transmitirle. Aprender es internalizar, modificarse a través del nuevo saber. El aprendizaje se verifica todo en el alumno. El maestro, desde afuera, le ilumina la pantalla de la vida, le muestra la película. Pero él es quien la ve, quien elige unos sectores y desecha otros. El decide. El, en última instancia, produce la verdad.
Platón habla aprendido de Socrates que el maestro debe ser “el partero de la verdad”, ayudar al otro a dar a luz, porque —como había demostrado Sócrates— hasta el más inculto de los hombres guarda dentro de si la verdad de que si A es igual a B, y B es igual a C, entonces C es igual a A. Solo se necesita que alguien venga y lo haga pensar. Y el pensamiento brotará de su interior, saidrá de la oscuridad a la luz…”

(Jaime Barylko – La Filosofía, Una invitación a pensar).

El porqué de estudiar técnica.

En literatura, se considera “arte mayor” al verso que tiene más de ocho sílabas, y “arte menor” al que tiene menos de ocho sílabas.
A las distintas ramas del arte no las clasificaría en mayor o menor, respecto de su complejidad, bien sabido está que muchas veces algo simple y sencillo puede emocionarnos y transmitirnos mucho más que algo sofisticado y complejo, dependiendo también del momento que estamos transitando en nuestra vida, nuestra madurez, percepción, sensibilidad, etc.
Por lo tanto haría otra clasificación del arte: Arte en tiempo real y no real, por decirlo de alguna manera.
Por ejemplo:
Un escultor puede tardar un mes, o un año, o diez años en realizar su obra.
Si el día primero del año once, erra, y da mal un martillazo, puede destruir diez años de trabajo!
Eso evidentemente a los músicos no nos pasa… pero nos pasan otras cosas.
Los músicos, los bailarines, los deportistas, necesitamos estar “en forma” constantemente.
Puedo saber de memoria toda la teoría de la música, el armado de escalas, acordes, progresiones, pasajes, licks,etc… pero si esa información no la tengo incorporada en mi memoria muscular, “en los dedos” como se dice en la jerga musical, no me sirve de nada. Puedo saber todas las notas del “feliz cumpleaños”, decirlas en voz alta, cantarlas e incluso tocarlas, pero si no las toco “a tempo” respetando la duración de cada sonido, de cada silencio, la rítmica, la canción podría ser irreconocible para el oyente.
Los ejercicios técnicos nos ayudan a estar “en forma”, que los dedos estén habituados a poder tocar secuencias de notas a una determinada velocidad, en tiempo real (a tempo), y eso luego nos permite poder tocar y disfrutar de la música que ejecutamos, sin “trabarnos” sin frenarnos.
Estudiar técnica permite tener situaciones resueltas por anticipado, y cuando aprendemos un tema nuevo, el desafío y el entusiasmo aparecen en la nueva melodía, amonía y rítmica, pero yo ya estoy preparado de antemano para enfrentarlo.
Si lo comparamos con un deportista, probablemente un jugador de futbol no esté muy contento de salir a correr kms y kms todos los días, pero gracias a ello, en medio del partido, puede resolver montones de situaciones “en tiempo real”, gracias a que tiene aire, piernas, resistencia física adquirida con su entrenamiento.

Hasta dónde estudiar técnica y lectura.

Hasta el infinito, hasta donde podamos. Pero eso sí: nunca perder de vista nuestro objetivo: divertirnos, pasarla bien, aprender música, componer, acompañarnos y cantar, tocar con otros, lo que fuere.
La técnica y la lectura son un medio. No son un fin en si mismo.
Por lo tanto lo llevaremos paralelamente, conjuntamente con tocar temas, hacer música y pasarla bien.
Si esperamos tener la técnica suficiente o nivel de lectura suficiente para empezar a hacer música, estamos perdidos. Siempre se puede mejorar la técnica y la lectura, pero al servicio de la música, de la creatividad, de la expresión, del sentimiento, no como un fin en si mismo.
No olvidemos la frase que dice: “Algùn día nunca llega…” Bueno, tan solo ocupen una parte de nuestra rutina de práctica, no el todo.

Cuánto se tarda en aprender a tocar el piano? (2da Parte)

Toda una visa. Aprender piano, aprender música, aprender una arte, lleva tiempo y dedicación. Es un proceso. Es infinito, ilimitado, hete aquí lo bueno y lo malo.
Si lo tomamos como una aventura, como un lindo desafío, puede llegar a ser una experiencia espiritual única, inexplicable e inentendible para el que nunca ha transitado por este camino.
Si lo tomamos con ansiedad y apuro, y no nos saben llevar desde la educación, puede ser algo tedioso y frustrante.

El piano nos da el “dulce” de entrada.

Uno presiona una tecla y zás! Suena! Y suena afinada!!!!

Si estudiáramos trompeta, saxo, flauta, por ejemplo estaríamos más de un año para aprender a respirar, la embocadura, hacer “sonar” el instrumento y dejar de hacer ruidos.
Eso sí, una vez que le encontrámos la embocadura, siempre tocamos muchas llaves, pero de a una sola nota a la vez (instrumentos monofónicos).
La complejidad del piano no radica en la afinación, sino en la multiplicidad de sonidos, la polirritmia, la capacidad de que una mano toque una línea melódica y la otra los bajos, por ejemplo.

Ahí está el infinito. Infinitas posibilidad de combinar diez dedos a la vez.

Ahora eso si, como me dijo el maestro Adrián Iaies una vez“…el piano es lo más noble, siempre te devuelve lo que vos le das, y si no estudiás, te pasa “factura”…” o sea que las cosas no salen.

Como comentamos siempre entre músicos: “si un día no estudiás, te enterás vos, si dos días no estudiaste, se entera tu mánager, y si por tres días no estudiás, se entera el publico…”

Más allá de todo, como digo en la sección “Preguntas Frecuentes” acerca de los tiempos de aprendizaje:
Todo es muy relativo. Depende mucho de la persona, básicamente de cuánto tiempo le dedica al instrumento y su grado de concentración al estudiarlo. La idea es que el alumno esté tocando el instrumento desde la primera clase, que practique todo lo visto en la clase durante la semana y la próxima clase se lleve material nuevo. Es difícil calcular un tiempo, pero por lo general ya al mes de empezar a estudiar empiezan a sonar cosas “interesantes”.

La importancia de unir teoría y práctica:

La mente tiende a olvidar lo que no utiliza, y ese “espacio” de memoria, como si fuera un disco rígido de una computadora, se llena con la información que utilizamos para hacer las tareas cotidianas.
Si aprendemos toda la teoría o teorías musicales y no la “bajamos a los dedos” y la ponemos en práctica, dichos datos nos pueden servir como anécdota o para saber responder correctamente en un programa de preguntas y respuestas, pero en lo relativo a la música no nos sirve de nada.
Si estudio solo la teoría disociada de lo que toco, posiblemente la olvide, como olvidé gran parte de diferentes materias que aprendí en la escuela o en la universidad.
Por ello, todo el tiempo intentamos explicar los porqués de la música, y toda la teoría “bajarla a los dedos” entendiendo y comprendiendo lo que estamos tocando y de esta manera poner en juego los diferentes tipos de memoria: lógica, mecánica, emocional, al servicio de hacer música y expresarnos en tiempo real.

Mike Luisi – Marzo del 2010